Ocho de diciembre. Te dispones a sacar los adornos de navidad del trastero. Montas el árbol de navidad en el salón de tu casa, lo decoras y enciendes las luces. Sacas el belén de la caja y le quitas el polvo a todas las figuritas una por una. Al rey Melchor se le cae la cabeza que el año pasado le pegaste con plastilina amarilla. Se la vuelves a poner rápidamente antes de que tu madre lo vea.
Pones el belén en la mesita junto a la ventana y colocas todas la piezas en el pesebre dejando un hueco en el medio para el niño Jesús. Tu madre te dice que no lo pongas hasta el día veinticinco porque si no traerá mala suerte. No haces caso y pones al niño en el espacio que sobra. Al hacerlo, aparece un resplandor que te ciega y te transporta a [[una sala extraña.]]Abres los ojos y ves un cartel de neón donde puedes leer: Bienvenidos a Pesebremanji.
Te pellizcas el brazo para ver si estás soñando, pero no es así. De la nada, aparece un cartelito con tres avatares. Puedes elegir cualquiera de los tres para ganar el juego. ¿A quién eliges? ¿A [[La Vírgen María]], a [[Un Camello del rey]], o al [[Caganer]]?Vas montada en una mula de camino a Belén mientras los dolores del parto se intensifican. Tu marido, José, no deja de decirte que todo irá bien.
[[Le gritas que se calle]]
[[Arreas a la mula para que vaya más rápido]]Eres uno de los camellos de los reyes y vais siguiendo a la estrella de oriente después de haberla perdido unas cuantas veces. Llegáis a Belén y tenéis que esperar para pasar un control de seguridad. Los romanos registran a todo el mundo. El rey Gaspar se pone nervioso, tira de la cuerda con la que te sujeta para salir corriendo y lo sigues sin saber que está ocurriendo. Los demás reyes se quedan mirando sin saber que pasa.
[[Vuelves con los demás]]
[[Sigues a Gaspar]]Estás sentado en una piedra en mitad del campo mientras ves a tus ovejitas pastar. A lo lejos en el control de seguridad, ves a un tío salir corriendo con un camello. Piensas que está loco. De repente, te empieza a doler la barriga y te da un apretón. Te levantas y llamas a las ovejas, pero no te hacen caso. En dolor va en aumento y no puedes aguantar más.
[[Te vas a casa rápidamente]]
[[Te vas detrás de un árbol]]Después de media hora dándote la chapa, explotas y le dices que se calle. José asiente. Seguís en silencio hasta llegar a una [[posada]] del pueblo.Harta de escucharle, arreas a la mula y dejas a José atrás hablando solo. Llegas hasta una [[posada]] del pueblo. Esperas a que José llegue, te ayuda a bajar de la mula y entráis.Entráis juntos para pedir una habitación. El bar está lleno de gente. El dueño os dice que no quedan habitaciones libres y que no os podeis quedar. Te vuelve el dolor y gritas. Coges al pobre hombre de la camisa y le dices que o te da una habitación o pares allí mismo. De una mesa se levantan cuatro romanos y se dirijen a vosotros. Si os pillan, os detendrán y os llevarán ante el rey.
[[Sales corriendo y dejas a José]]
[[Te escondes mientras José pelea con ellos]]Empujas a José y sales de la posada corriendo como puedes mientras te agarras la barriga. Coges a la mula e intentas montarte, pero no puedes. José sale corriendo, te ayuda a subir y os largáis lo más rápido posible.
Los romanos salen de la posada y os persiguen. Te vuelves y le tiras un trozo de pan duro a uno. Le das en la cara y se para, deteniendo a todo el grupo.
Llegáis hasta un [[molino]] y os escondéis allí.Te escondes debajo de una mesa para que no te cojan. José les pega con el bastón. Uno de los romanos lo agarra y lo rompe. Tiran a José al suelo y lo arrestan.
Otro te coge la mano y te levanta. Os llevan hasta el rey.
¡Game over!Entráis en el molino y te bajas de la mula. Te recuestas en el suelo junto a unas gallinas y te preparas para dar a luz. José se pone a tu lado. Estás a punto de apretar cuando un hombre aparece con una pala en la mano. Te ve y se para.
[[Se ofrece a ayudaros]]
[[Va a buscar ayuda]]Coge unas mantas y se coloca a tu lado. Entre los dos te sujetan las manos y te dicen que empujes. La puerta del molino se abre y aparecen los romanos. Deben haber escuchado tus gritos.
Se acercan a ti y te levantan mientras hacen lo mismo con José. El hombre del molino intenta que no os lleven, pero lo detienen a él también.
¡Game over!El hombre dice ser el dueño del molino. Os da unas mantas y sale a buscar a su mujer para ayudaros. Se encuentra con los romanos que buscan a una mujer embarazada. Les dice que no sabe nada y los echa de su propiedad.
El hombre vuelve corriendo al molino y les dice a María y José que los estan buscando. Les dice que se vayan a un pequeño [[pesebre]] a las afueras del pueblo, que allí no os encontrarán y puedes parir a gusto.La virgen María grita desesperada mientras todos a su alrededor la alientan a seguir empujando. José escucha un segundo grito de alguien desconocido, se asoma a la ventana y ve a alguien defecando junto al pesebre. Se tapa la nariz poniendo cara de asco y vuelve junto a María. Se oye un llanto y por fin nace el niño. Lo coges en brazos y aparece un resplandor cegador. Apareces de nuevo en [[tu casa]]. Te sueltas del agarre del rey y vuelves a la cola con los demás. Los romanos se acercan a ti y te registran. Melchor y Baltasar dicen que Gaspar se ha vuelto loco y no saben que ocurre. Un romano sale en busca de Gaspar. Lo captura y lo trae de vuelta.
Al registrarte, encuentran bolsitas de maria entre el oro, el incienso y la mirra. Los reyes dicen no saber cómo ha llegado eso allí.
Todos miran a Gaspar, quien responde que es medicinal.
Los romanos os rodean y os dirigen a la cárcel mientras Melchor intenta golpear a Gaspar.
¡Game over!Sigues al rey sin mirar atrás. Corréis por las calles del pueblo mientras os persiguen. Llegáis a una posada y el rey entra fácilmente. Tú, sin embargo, tienes dificultad para entrar por la joroba. Los romanos se acercan.
[[Intentas pasar desapercibido]]
[[Entras como puedes]]Te escondes detrás de una tienda ambulante. Te colocas un pañuelo, un sombrero grande y unas gafas de sol. Los romanos pasan por tu lado sin prestar atención y entran en la posada.
Suspiras con alivio. Te quitas todas las cosas y te marchas camino a la [[plaza]] del pueblo silbando alegremente.Te quedas atascado en la entrada. Finalemente, consigues entrar gracias a la ayuda de unos hombres que tiran de tus patas hacia dentro. Gaspar le da una bolsita de maría al dueño a cambio de esconderos de los romanos. Te sientas en una mesa donde unos ancianos juegan a las cartas y uno te ofrece un cigarro. El rey se sienta en la barra y pide una ronda de chupitos.
Los romanos entran, el dueño señala al rey mago y Gaspar huye hacia el [[almacén]] despavorido.Gaspar entra en el almacén para intentar huir, pero no tiene escapatoria. Los romanos entran y lo arrestan mientras dice que él no ha hecho nada.
Mientras, te levantas de la mesa, dejas el cigarro en el cenicero y sales corriendo sin quedarte atascado hacia la [[plaza]] del pueblo antes de que se den cuenta de que no estás con el rey.Caminas tranquilamente mirando a tu alrededor intentando encontrar a los otros reyes cuando pisas algo blando. Te resbalas y caes al suelo mientras todas las cosas que llevas salen disparadas de las bolsas. Te miras la pata y ves que has pisado un excremento. Pones cara de asco, te levantas y restriegas la pata por el suelo varias veces para limpiarte.
Una mujer mayor te ayuda a recoger las cosas. Coge una de las bolsas y se la lleva a la cara para olerla. Te mira y se gira para avisar a los romanos que están al lado de la fuente.
[[Le intentas quitar la bolsa]]
[[Huyes sin mirar atrás]]Le intentas quitar la bolsa con la boca, pero te da un manotazo en la cara. Te sientas en el suelo mientras todo te da vueltas. Unas manos te sujetan y te intentan poner un bozal. Te asustas y empiezas a dar patadas, pero un romano se sube en tu joroba y consigue calmarte. Te arrestan por crear un escándalo público.
¡Game over!Miras a la señora con pánico. Te debates entre quitarle la bolsa o no, pero los romanos se acercan rápidamente hacia ti. Decides dejar la bolsa y huir de allí. Deambuleas por el pueblo hasta que miras al cielo y ves a la estrella de oriente señalando algo en la distancia. Corres hacia el lugar y llegas hasta un [[pesebre]] en el cual se oyen unos gritos. Tus otros amigos camellos miran hacia adentro con cara de horror.Decides ir a casa rápidamente mientras las ovejas siguen comiendo. Caminas por las calles con prisa y llegas a la plaza donde hay un gran atasco de personas y carros de animales. No puedes aguantar más.
[[Te agachas entre dos carros]]
[[Pides ayuda]]Te vas detrás del árbol más cercano, te bajas los pantalones e intentas defecar a gusto. Sin embargo, una voz te interrumpe. Dos romanos se acercan a ti y señalan el árbol, en el hay un cartel donde se puede leer: "Prohibido defecar en el campo bajo multa".
Te obligan a subirte los pantalones, te ponen una multa y te llevan al calabozo.
¡Game over!Te agachas entre dos carros de animales y te bajas los pantalones otra vez. Dejas salir un suspiro de alivio. Uno de los carros se mueve y te deja al descubierto. Un niño grita y te señala. Se oye un pitido y unos romanos se acercan a ti. Sales huyendo de la escena del crimen hacia tu [[casa]] mientras te vas subiendo los pantalones.Pides ayuda a un señor mayor. Te indica unos baños públicos que hay un poco más adelante. Llegas hasta allí desesperado, pero hay una cola larguísima de gente esperando para entrar.
Decides seguir el camino hasta tu [[casa]].Llegas a tu casa y te diriges al baño. Al agarrar el pomo, paras y ves la nota que hay pegada en la puerta. Reconoces la letra de tu hermano y lees: "Atascado, ¡se siente!". Gritas con rabia y sales de casa deambulando por las calles hasta volver al campo con tus ovejas. El dolor sigue en aumento.
A lo lejos ves un pequeño [[pesebre]] que parece estar abandonado. Decides ir allí. Ves a unos camellos en la puerta, pero no le prestas atención. Te diriges a la parte de atrás y por fin puedes defecar a gusto.Abres los ojos y miras la figurita del niño Jesús en tu mano. La sueltas como si quemara, cae al suelo y se rompe. Tu madre entra en el salón, ve la figurita rota y te regaña diciendo que os habéis quedado sin navidad por tu culpa. Te vas a tu cuarto y te acuestas pensando que todo ha sido un sueño muy raro.